lunes, 18 de abril de 2011

La fortaleza de los libros

Resumen: El Castillo de los Templarios de Ponferrada acoge una espectacular muestra de facsímiles

Biblias, Apocalipsis, beatos, libros de horas, breviarios, libros de oración o de caballeros, atlas y mapas, bestiarios, cánones medicinales, enciclopedias botánicas libros de biología y humanidades. Ejemplares facsimilizados, copias exactas de los originales fabricados de manera artesanal por los mejores miniaturistas, calígrafos, joyeros y encuadernadores de la Edad Media y el Renacimiento, algunos con obra gráfica de Dalí, Picasso y Chillida. Así hasta un total de cien. Un verdadero tesoro, único en el mundo, que forma parte ya de una colección pública, a la vista de todos.
 
Las páginas más bellas del conocimiento -así reza el cartel de la muestra-, recogidas en Templum Libri y protegidas por las infranqueables murallas del Castillo de los Templarios de Ponferrada. Un tesoro que los caballeros del Temple hubieran protegido como al mismísimo Santo Grial y que reposa en dos salas del Palacio Nuevo de esta fortaleza, divididas entre lo humano y lo divino.
 
Cedidas gratuitamente al Ayuntamiento de la capital berciana por un ensimismado de la literatura, un hombre de letras nacido en San Juan de la Mata y residente en Madrid que durante tres décadas ha dedicado su vida a la compra de facsímiles, obra gráfica y de autor. Antonio Ovalle prefiere pasar desapercibido, conceder a sus libros -esos que almacenaba en su casa y en casa de sus amigos- el único protagonismo. Sus primeros ejemplares fueron el Cod ex Calixtinus -la primera guía para peregrinos- y el Libro de Horas de Isabel la Católica.
 
Desde que Templum Libri se abriera al público el pasado 29 de julio, el éxito ha sido aplastante. Esta exposición, que forma parte de una colección completa de 300 ejemplares y que es la base sobre la que el Ayuntamiento de Ponferrada pretende asentar la futura Biblioteca Templaria y Centro de Estudios Históricos del castillo, es hasta la fecha el mayor revulsivo turístico para la ciudad desde Las Edades del Hombre. En su primer domingo pasaron por la exposición 350 personas en una mañana. En las primeras 48 horas se contabilizaron 2.500 visitantes y en tres meses la cifra superó los 32.000. Incluso la vicepresidenta de la Fundación Thyssen Bornemisza, Carmen Cervera, se ha interesado recientemente por Templum Libri y ha anunciado la intención de abrir vías de colaboración con Ponferrada para potenciar esta muestra.
 
El reto de su propietario, Antonio Ovalle, es reunir en la capital berciana al menos una copia de todos los facsímiles del mundo y convertir el Castillo de los Templarios en una referencia dentro de la literatura medieval. Algo que podría haberse quedado en agua de borrajas de no ser por el empeño del equipo de Gobierno local, que no solo ha conseguido reunir la colección completa -no toda está expuesta-, pese a que la idea inicial de Ovalle era ceder solo una parte; sino también porque ha vencido a un grande, la Biblioteca Vaticana, lugar al que podían haber ido a parar los códices. Un historiador berciano y amigo de Ovalle, Tito Fernández, fue el nexo de unión entre este y el Consistorio. «Yo no hice otra cosa que reconocer que era el lugar ideal para los libros. Todas mis dudas desaparecieron. No hay lugar mejor, ni siquiera la mejor biblioteca imaginable. Además, les recuerdo, siempre que puedo, que se comprometieron a que el Castillo de los Templarios no sea conocido por albergar cañones, lanzas, espadas o pistolas, sino por albergar libros. Quiero que se conozca como la Fortaleza de los Libros», explica Ovalle.
 
De lo humano a lo divino. Templum Libri se divide en dos salas diferenciadas. Una de carácter religioso; la segunda, dedicada a las Ciencias y Humanidades. Abre la muestra el Codex Biblicus Legionensis, la Biblia Visigótico Mozárabe de León, cuyo original del año 960 se encuentra en la colegiata de San Isidoro. Después siguen otros siete ejemplares bíblicos más hasta la Biblia de Federico de Montefeltro. Dos Apocalipsis, 17 ejemplares del Beato de Liébana, un amplio repertorio de libros de horas y grandes obras de temática religiosa como el Libro de Kells, el Salterio Anglo-catalán, la Divina Comedia de Alfonso de Aragón, el Leccionario Farnese o el Libro de los Caballeros de la Cofradía del Santísimo y de Santiago -cuyo original se conserva en la catedral de Burgos-, conforman la parte de los divino.
 
En lo humano, las obras recorren la ciencia, la humanidad y el arte. Entre los más destacados, el Bestiario de Oxford, la Botánica de Lamarck del siglo XVIII, la Cosmografía de Ptolomeo o el Canon Medicinal de Avicena. Cierra el recorrido bibliográfico, El Quijote ilustrado por Dalí, El Cántico de San Juan de la Cruz grabado por Chillida y los estudios del Guernica de Picasso. Un lujo que sólo podría contemplarse viajando por todo el mundo y en colecciones privadas.

Fuente: María Carro / nortecastilla.es

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